Conocemos gente, confiamos en ella y poco a poco esas personas van construyendo el puente de nuestra vida.
Algunos se derriban fácilmente, las piedras se caen, no se mantiene en pie. Es difícil encontrar un buen amigo. Sin embargo, con el tiempo, esa amistad se va forjando, el puente empieza a cobrar forma.
Es difícil conseguir que se mantenga en pie, cuesta mucho esfuerzo y dedicación; y si abandonas ese puente, que hace que puedas continuar, se derrumba. ¿A qué me refiero con todo esto? Un puente nos ayuda a cruzar sitios que, sin él, son intransitables. Hacen que podamos seguir nuestro camino, avanzar. Igual que los amigos. Son indispensables en nuestra vida. Nos ayudan a continuar, nos dan fuerzas y nos apoyan en los malos momentos.
Hay personas que hemos dejado ese puente de lado y ahora nos encontramos ancladas sin poder continuar...
Es por eso que quiero decirte a tí que me estás leyendo, que no abandones aquello que te da fuerzas para continuar. Cuesta trabajo, pero termina de construir ese costoso puente de la amistad, una vez acabado, sentirás satisfacción y la recompensa de no estar solo.
Reúne esas pequeñas piedras y empieza a trabajar, poco a poco se irán uniendo, se harán mas fuertes, hasta que juntas formen un hermoso puente, prácticamente indestructible, por el que podrás cruzar cuando las cosas se pongan difíciles, o dónde te apetezca estar cuando hayas tenido un mal día... Merece la pena...
Quiero dedicar esta breve redacción a las personas que poco a poco me han ayudado a reforzar ese puente, aunque ahora esté medio derruido...
Y sobre todo, a la persona que más me está dado fuerzas en estos momentos, fuerzas para continuar, levantarme cuando me tropiezo y hacerme sonreír cuando más lo necesito. Tú me has dado las fuerzas necesarias para tener ganas de reconstruir ese puente, me has tendido la mano en uno de los peores momentos y no te has alejado de mi, TÚ eres un amigo, mi mejor amigo... Tú eres mi puente... Tú lo eres todo... Gracias:
Sergio Estevez Cervantes